Olvidate por un segundo de todo lo que te enseñaron sobre la vida. Suponete que voy a narrar una película donde sólo hay una ley: que el mundo está compuesto por almas que nacen primero como hombres, después como mujeres, luego hombres y así. Preparados, listos ya, todos al planeta Tierra: las personas viven de la caza y la recolección. Los hombres son más fuertes. Usan a las mujeres para tener sexo, parir y matarlas en disputas con otros hombres. Todos, al fin y al cabo, terminan muriendo y vuelven a nacer: las mujeres que fueron asesinadas ahora son hombres y tienen más fuerza. ¿Adiviná con quién van a buscar venganza del sometimiento que sufrieron? Sí, con las mujeres. Bueno, agregale a esta historia una segunda ley: al momento de nacer, nadie recuerda sus vidas anteriores.
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Este 8 de marzo del 2018 festejamos el Día Internacional de la Mujer siendo tiempos de reinvindicacion de sus derechos y de igualdad en oportunidades. La filosofía kármica aporta una mirada constructiva y, leída en estos días, muy curiosa: siempre se repite que somos conciencias eternas que solo vienen a esta vida a aprender. En ningún lado se explica si esas conciencias son hombres o mujeres, porque en realidad, como todo, son solo circunstancias para lograr ese único objetivo.
Una de las leyes de la filosofía oriental detalla que «somos almas milenerias en cuerpos pasajeros, que vamos reencarnando en distintos sexos» para poder comprender la vida en toda su plenitud. Pero claro, desde acá abajo, desde la vida diaria, todo se ve mucho más caótico y bastante más desigual.
Con solo estudiar un poco lo que tenemos a nuestro alrededor nos damos cuenta que el planeta solo se sostiene por la complementación, las energías duales: frío y calor; día y noche, invierno y verano, hombres y mujeres, etc. ¿Se imaginan qué pasaría si el Sol y la Luna se la pasaran peleando y decidieran romper con ese complemento perfecto que a veces nos sorprende con eclipses maravillosos?
Solo se trata de algunos ejemplos prácticos para comprender que las energías, representadas en filosofía kármica mediante el Yin y Yang, cumplen el rol necesario para lograr un equilibrio energético. Y el propio TAO (símbolo del Yin y Yang) nos enseña que en toda mancha negra hay un punto blanco y en toda mancha blanca hay un punto negro. Es decir: todos los hombres tienen que cultivar su femeneidad y todas las mujeres un poco de los hombres. La complementación depende, también, de esa plenitud.
Sin embargo, en la historia de la humanidad, no todo salió acorde a estas leyes. Es más: la gran mayoría apenas escuchó hablar del Yin y el Yang. Las personas, lejos de complementarse, decidieron vivir una larga y dolorosa tortura.
De hecho, en muchos planteos orientales se asegura que el hombre siente un profundo complejo de inferioridad respecto a la mujer porque ve en ella su propio espejo. Se trata de una imagen que no quiere que recuerden, por lo tanto debe reprimirla y si no puede hacerlo sutilmente lo hará por el acoso o la violencia.
La cuestión de género, que se debate en Argentina después de décadas, ya era tratada por maestros de la filosofía kármica que advertían una «envidia a la mujer por ser fuente de la vida», una capacidad naturalmente imposible en el hombre. Como si la Luna se quejara de la luz del Sol y decidiera, de momento a otro, cortarles las alas de libertad, de educación a todas las mujeres y confinarlas a «un hogar-prisión» y reducirlas a una fábrica de reproducción, para que el hombre pueda, así, olvidar su inferioridad.
Por supuesto, hay algunos matices que son necesarios interpretar en un contexto más general: la primera ley del karma sostiene que cosechamos lo que sembramos, que tenemos lo que merecemos. Y, si somos almas eternas que encarnamos como hombre o como mujer para aprender cosas, la represión de los hombres hacia las mujeres no era más que hacerle sufrir a la mujer lo que había hecho en su encarnación como hombre. Se trata de una historia kármica de tortura e inmadurez.
Solo de esta forma se comprende que en cada sociedad el hombre sometió a la mujer en algún tipo de esclavitud (sexual, laboral o doméstica) no estaba más que sometiendose a sí mismo.
Alcanzar el complemento perfecto, la liberación de la mujer en su propio equilibrio social con el hombre solo se logrará con el desarrollo de la conciencia: eliminar los sentimientos de inferioridad (en hombres); no dar lugar a la sed de venganza (en mujeres). Simplemente de complementación y equilibrio.
Las peleas, la violencia, el desprecio, simplemente son esfuerzos sin esperanzas. El día en que la mujer sea aceptada como igual, con las mismas oportunidades para crecer; el hombre y la mujer se encontrarán libres del mal genio del otro.
Para eso, hay que reconocer algunas verdades básicas:
A- Nadie nació para otra persona
B- Nadie está aquí para satisfacer tus ideales acerca de cómo ha de ser él o ella.
C- Vos sos el dueño de tu propio amor y podes darlo tanto como quieras, pero no podes exigir el amor de otra persona porque nadie es un esclavo. Esclavizarla será también someterte a vos.
Podemos crear un mundo juntos, con hombres y mujeres, compartiendo el mundo interior, sus visiones, sus sueños. Porque son distintos, sus sueños son diferentes y sin embargo complementarios. Sus contribuciones a la sociedad serán diferentes, pero maravillosas. Y si una sociedad es creada con la participación de complementos, entre hombres y mujeres, esa sociedad será, por primera vez, la sociedad más creativa del mundo. Es tiempo de hacer este milagro.